17 de Mayo del 2013
Para mí el gusto por el ejercicio se fue dando de manera gradual. Siempre se me ha dificultado fijar metas y cumplirlas en el tiempo estimado o cumplirlas del todo. Sin embargo, hoy estoy a tres semanas de terminar mi primer programa de entrenamiento, lo cual me hace muy feliz.
Nunca fui constante con el ejercicio, no era mi prioridad y más que eso, no tenía la cultura ni el conocimiento para hacer conciencia y comprometerme a vivir una vida más sana involucrando la actividad física a mi estilo de vida.
Cada que asistía al gimnasio, recuerdo que veía a las personas que tenían cuerpo “fitness” y sentía que nunca llegaría a verme así, terminaba rindiéndome mucho antes de iniciar siquiera con un plan de ataque. Qué me diferenciaba de esas personas, qué me alejaba de sus resultados, sólo tres cosas: constancia, una buena rutina enfocada a mis necesidades y objetivos, pero sobre todo, una buena alimentación.
Mi esposo pasó años alentándome para asistir junto con él al gimnasio, me regalaba ropa deportiva, y me elogiaba, diciéndome que tenía toda la estructura física para tener el cuerpo de mis sueños, aun así no me animaba.
Cuatro años después estoy sorprendida del cambio y de la influencia que ha tenido el ejercicio para mí; al ver a las mujeres que se dedican a entrenar y participar en concursos de fisicoculturismo en la categoría de bikini quedé admirada, me gustó mucho el físico que se construye con trabajo duro, la alimentación que tienen y toda la energía positiva que transmiten a sus admiradores y amigos. Dejé de escuchar mi vocecita y tomé un programa de ejercicio, su dieta y me propuse terminarlo.